Teníamos reserva para 4 personas a las 21.00 y a las 21.20 aún no tenían las mesas montadas, pero bueno, esperamos.
Pedimos pulpo, sepia, ensalada de rucula, tellinas y mejillones.
Vino todo menos las tellinas, cuando preguntamos que si no iban a venir nos dijeron que no habían.. nos podrían haber avisado antes...
La ensalada de rucula no la recomiendo, tiran los brotes sin asegurarse que no haya trozos más grandes, incluso alguna raíz.
Una de las dos camareras que teníamos no se enteraba mucho, traía una jarra y no se llevaba la vacía, traía un plato y no se llevaba los otros...
Para pagar en efectivo nos dijeron que no tenían cambio, pero al final lo aceptaron.
La comida estaba bien, el pulpo fue lo mejor sin lugar a dudas.
Lugar con una gran tradición de muchos años hacia 30 años que no había vuelto a ir, la comida magnífica de gran calidad y muy bien cocinada, especialmente arroces y fideuá, ni dejen de probar la ensaladilla de sepia un descubrimiento por lo demás el servicio correcto pero muy poco empático, creo que hay que ser más comercial atenderte con una pequeña sonrisa y a lo mejor tener algún detalle, fuimos 3 días seguidos a comer y no nos invitaron ni a un chupito aún así por la calidad de la comida sitio recomendable.
El mejor restaurante con diferencia. A destacar las paellas de Santiago. Las paellas hechas con muy buena mano y con un sabor y calidad de los ingredientes espectacular. Las paellas perfectas y muy abundantes las raciones. El solomillo de ternera también en carbón impresionante, se deshace en la boca (de hecho repetimos de lo bueno que estaba). Y qué decir de los vinos!... gracias a Joan conocimos nuevos y muy buenos vinos y siempre servidos en copas de calidad. Se nota quien entiende y cómo lo transmite. Y además de vinos, también bebidas espirituosas (en nuestro caso con la ginebra).
Trato, calidad, atención y sabor sin igual.
(Editado... eso sí, el sabor impresionante!)
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